Como diría el bueno de García Márquez...
Rondaba el mes de mayo del 2009, día perfecto, con sol, una temperatura que acompañaba y muchas ganas de pedalear
Era un día especial, porque el compañero Juanjo, alias "el talador clandestino", se había pillado una compañera de batallas preciosa, su Cube Ams 100 mm:
Poco a poco fuimos descubriendo nuevos parajes en nuestras deseosas ganas de disfrutar de la bici, a la vez que, en alguna que otra parada, aprovechabamos para programar la ruta
Al par de horas de estar pedaleando, nos dirigimos a una zona conocida como "el riachuelo" una zona bien conocida por todos, que desemboca en una "crono", desde este día con el sobrenombre de "la crono del árbol del Juanjo".
Inconscientes de lo que el futuro nos tenía preparado, seguíamos disfrutando de la ruta ajenos a todo aquello que te pueda cortar el rollo de un magnífico día de jolgorio, sudor, alguna que otra conversación que no viene a cuento, y más y más risas.
Una vez cruzado el famoso riachuelo, nos dirigimos impacientes a la crono, Juanjo por aquel entonces iba flipando con su nueva adquisición, estrenando su nueva amiga ajeno a todo dolor próximo, y cuando digo dolor, es dolor, no de estas veces que dices "hostias me duele la barriga a ver si cago" no, dolor relativo.
Llegamos, y vemos la famosa cuestecita con la grieta que hay que subir a la fuerza para posteriormente bajarla y fue cuando vino la primera incidencia del día, digamos... que.... la nueva Cube ams al ser nueva, no tenía todo lo que tenía que tener en su sitio, cosas típicas vaya...
El sillín le jugo una mala pasada, y aunque Juanjo nunca nos quiso revelar si fue mucho tiempo pedaleando sin sillín, su cara de felicidad le delataba, asi como su manera de andar, nunca fue la misma.
Despues de un largo rato intentando colocar de nuevo el famoso sillín, logramos sobreponerlo a bases de pedradas y insistencia. "Ea, vamonos pa bajo, y a ver si llegamos bien al coche" estas fueron las últimas palabras claras que oimos, despues vino el silencio, y el sonido chirriante de los frenos...
Bajamos la crono dando pequeños saltitos, disfrutando cual recién nacido enganchado en la mamella de su madre, cuando de repente, el sonido chirriante de unos frenos de disco nuevos, sin el rodaje, y una voz como de maricona, como cuando te pegan un pellizco en el pezón y dices "ay, ay,ay" pues igual pero cambiando el "ay, ay, ay" por "hostias, hostias, hostias".
Se hizo el silencio¡¡
Es como cuando sabes que Gatusso va a por alguien, sabes que le va a dar y te esperas lo peor, fue entonces cuando nuestro compañero Juanjo, alias "el talador clandestino", descubrió que a parte del sillín sin ajustar, los reflejos forman parte primordial de este deporte, y fue inevitable...
Podemos observar el esconchón en el árbol, y a nuestro colega Juanjo, que mirando bien la foto no se si hasta se meó encima del susto.
Un "illo que coño haces" fue lo siguiente que se escuchó, y un pequeño porrazo de mi rueda en la cabeza de Juanjo para rematar la faena, pero el daño estaba hecho.
Espero que esta crónica no os haya asustado y que no os haga dejar de juntaros con él.
Saludos.
